
Fantásticos recuerdos
que arrullan los sentidos;
algunos, los más tiernos,
hacen de los inviernos
jardines florecidos,
porque fueron vividos
en tiempos infantiles
en que almas candorosas
sintieron dulcemente
amores inocentes,
ingenuos como rosas
sutiles, melodiosas.
Pero hay otros recuerdos
que hieren los sentidos,
pues son el tinte oscuro
de amores ya maduros,
que sueños compartidos
lanzaron al olvido,
porque este amor de adultos
de tono apasionante,
el de caricias densas,
el que nos embelesa,
se enfría lentamente
cuando el tiempo inclemente
lo impregna de costumbre,
y así se desvanece,
quedando en remembrazas
de rotas esperanzas
que ya nunca florecen,
pues lánguido fenece.
que arrullan los sentidos;
algunos, los más tiernos,
hacen de los inviernos
jardines florecidos,
porque fueron vividos
en tiempos infantiles
en que almas candorosas
sintieron dulcemente
amores inocentes,
ingenuos como rosas
sutiles, melodiosas.
Pero hay otros recuerdos
que hieren los sentidos,
pues son el tinte oscuro
de amores ya maduros,
que sueños compartidos
lanzaron al olvido,
porque este amor de adultos
de tono apasionante,
el de caricias densas,
el que nos embelesa,
se enfría lentamente
cuando el tiempo inclemente
lo impregna de costumbre,
y así se desvanece,
quedando en remembrazas
de rotas esperanzas
que ya nunca florecen,
pues lánguido fenece.
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