Inocencia perdida


Tan solo una mirada casual e indiferente
despertó en nuestros instintos carnales sensaciones,
y un roce imperceptible rayano en lo inocente
de labios temblorosos que, muy tímidamente,
llevaban el mensaje de ardientes corazones,
enmarcaron el comienzo de inéditas pasiones.

La tímida mirada y el beso tembloroso
que en notas musicales transmutan su inocencia,
acoplan nuestros cuerpos en trazos lujuriosos
de absorto pentagrama discreto y melodioso,
logrando transportarnos a ignota efervescencia
de un mundo del que nunca supimos su existencia.

Mezclados nuestros cuerpos febriles cabalgaron
sobre olas tormentosas de un mar huracanado,
y gotas de lascivia, que ardientes resbalaron
sobre almas indefensas que inermes claudicaron,
vistieron la inocencia con prendas de pecado
y el virginal atuendo quedó sacrificado.

Mis labios recorrieron tu piel de fantasía,
mis manos las colmaron tus físicos encantos,
y mientras que tu entraña tradujo en melodía
el placer doloroso que a un capullo hería,
a dúo nuestros sexos con húmedo arrebato
entonaron delirantes a la pasión un canto.

Moldearon nuestros cuerpos, felizmente irrigados
con pétalos granate brotados de tu esencia,
un lienzo con mil gamas de lujuria salpicado
en fúlgidos edenes de eróticos sembrados,
como una evocación para nuestra existencia
del día en que felices perdimos la inocencia.


Tu punto "G"


De tanto explorar tu cuerpo
y de escudriñar tu ser,
cuando sin ningún recato
tú me entregas dulcemente
tus encantos de mujer,

Con aquel arrobamiento
en que me envuelve tu piel
inconsciente voy llegando,
como en éxtais flotando,
a tu eterno punto G.

Y sorpresivamente tu apasionada actitud
envuelve todo mi cuerpo, en repetidos torrentes,
con la fuerza de un alud,
en sentimiento inquietante

Tan hermoso y fascinante
que pasa del alma al cuerpo
con esa mágica llave
que es tu hermoso punto G.


Murieron los recuerdos



Murieron los recuerdos de agónicos amores
en cofres polvoriendos de olor metalizado,
se hicieron tan adultos y ancianos se tornaron
ante una espera eterna cual senda interminable
que los llevó indolente, en vez de rescatarlos,
hacia un final de espinas de cactus infectados.

Cual flores marchitadas que en vida prodigaron
aromas y colores de amores entregados,
los míticos recuerdos se fueron esfumando
pacientes a la espera de ser alimentados,
como, antes de nacer, también alimentaron
idílicas pasiones en almas encantadas.

Guardaron la esperanza de ser recuperados,
de alimentar amores que estaban aplazados,
pero una oscura tinta de cruel indiferencia
trazó sobre su esencia la imagen del olvido,
y aquellos cofres, antes de amor alimentados,
ahora son ataúdes de muertos olvidados.


Penas y alegrías del amor