Tu belleza


Tu ser es un canto a la eterna belleza,
en ti hay algo que deja perplejo,
eres modelo de genial realeza
en cuyo semblante hay un vivo reflejo.

Tus ojos irradian sublime esplendor
de estrellas radiantes de azul imposible,
cuyas miradas son luces de amor,
un amor muy puro, muy tierno y sensible.

Tus labios, con tonos de idílica rosa,
son dos llamas de fuego incesante,
en cuya sonrisa cautivadora y hermosa
está la imagen del amor apasionante.

Tu cabello que ondea en tonos danzantes
va trazando rimas en hermosos versos,
y es un digno marco al fondo impactante
de hermosas facciones en celeste lienzo.

Y tu esbelto cuerpo es un monumento
al arte y la armonía, por sus grandes dones,
que despierta siempre y sin pretenderlo
en el más deprevenido, intensas pasiones.

En fin, en ti está representada la blelleza
por un escultor de manos admirables,
y ese escultor es el Dios de la realeza,
que hizo en ti la blelleza y el amor interminables.

Mi gran viejo


Este viejo de mi alma
cómo está ahora de cambiado,
el tiempo lo ha trnasformado
y lo ha sumido en la calma.

Tantos años ya vividos
tienen sus sienes plateadas,
y una imagen desgarbada
guarda sueños ya cumplidos;

claras muestras de cansancio
de una desigual batalla
con la vida que no falla
en sus oscuros presagios.

Mi gran viejo el elocuente,
el del apunte contable,
el de genio inaguantable,
el apuesto y elegante,

el que infunde un gran respeto,
el muy buen conversador,
el de pinta de doctor
y el amor de cada nieto.

El tiempo, que es implacable,
marcó huellas en el viejo,
como en un curtido rejo
ya que siempre fue incansable;

y aquella figura esbelta
que arrastró muchas pasiones,
colmó ya sus ilusiones
y hace tiempo está de vuelta,

con su carga de pesares
que es su espalda ya encorvada,
su alma un tanto resignada
olvidó amor y cantares.

Mi gran viejo el imponente,
el del chiste a flor de labio,
el de consejos de sabio,
el siempre condescendiente;

el de vida productiva,
el de tranquilo retiro,
el que dice en un suspiro:
mi misión está cumplida.

Penas y alegrías del amor