Piel de olvido



De un tiempo hacia acá
tu piel manifiesta
un cambio rotundo en su actitud,
ya no es como fue
la eterna caricia
que amorosamente cubría mi ser.

No tienes que hablar,
pues mi alma percibe
esa indiferencia que marca el final
de un amor que ayer,
inocentemente,
me mostró el camino de la eternidad.

No me duele mi dolor, es lo de menos,
me duele tu piel que está olvidando
haber sido siempre de mi alma el templo sacro
en el que un solo cuerpo conformamos.

Tu piel últimamente está adquiriendo
el tono más triste e inhumano
de un olvido que hoy me está matando
al tiempo que tu amor ya se está muriendo.

¿Te acuerdas de ayer?
bastó una mirada para descubrir
nuestro inmenso querer,
lo sabes muy bien:
el amor sincero no hay que confesar,
lo traspira la piel.

¡Qué tristeza hoy!
ya no es necesario
ni que tú me digas que ya no hay amor,
porque ahora tu piel está traspirando,
aunque tú lo ocultes,
un gran desamor.

Cuando en ti yo pienso


Una noche inmensa de brillante oscuro,
de tristeza densa y un silencio puro,
quiso rescatarme de ese mar de angustias
en donde naufraga mi existencia mustia.

Quedó diminuta la inmensidad larga
de la noche eterna,
cual bálsamo tenue para esencia enferma,
ante la infinita horda de quebrantos
que no admiten tiempo y torturan mi alma,
cuando en ti yo pienso.

Una lluvia intensa de humedad sin calma
cual espera eterna que envejece el alma,
mojaba mi llanto, congelado y yerto,
por llorar yo tanto tu cariño muerto.

Quedaron pequeñas las inmensas gotas
de la triste lluvia,
cual caricias rotas que mi piel enturbian,
ante las pesadas gotas de mi llanto
que no admiten lienzo y que mojan mi alma,
cuando en ti yo pienso.

Una aurora ingenua, triunfante y sonriente
que acabó la noche y la lluvia indolentes,
quiso convencerme que de igual manera
podría yo logar que tu recuerdo muera.

Inconmensurable quedó aquella aurora
de tinte celeste,
cual reminiscencia que azota mi mente,
ante cada intento de enviarte al olvido
que más me hace amarte, más impregnas mi alma
y más en ti yo pienso.

Penas y alegrías del amor