Caminante de la eternidad


Sus pies color distancia
final de piernas recias totalmente invisibles,
porque eran de sustancias de tiempos imposibles,
con rápida elegancia
hollaban el orgullo del místico infinito
en su etéreo semblante impertérrito, in situ,
en marcha interminable,
pues cada paso eterno era un mundo inescrutable
cuyas huellas son recuerdos de olvidos inviolables.

En cada paso un mundo,
en cada mundo un aire de soplo imperceptible,
su meta es más eterna que el cosmos intangible.
Sus pasos se acrecientan,
perennes, inmortales, mirando de soslayo
confines revestidos con aires de lacayos,
y tiempos que no existen
pues el sol de sus angustias quedó petrificado
al saber un horizonte jamás imaginado.

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