Matrimonio

Dos seres que juran compartir sus vidas,
que estarán unidas por las ataduras
de leyes terrenas, firmando un contrato,
como un frío pacto que a los dos condena

y sella su suerte,
porque el juramento
no es por un momento
es hasta la muerte.

Que hijos den al mundo;
que, con entereza,
vivan las tristezas
y alegrías juntos.

Y ¿Qué hay con el amor?
no se tuvo en cuenta,
porque en esa fiesta
está en todo esplendor;

no fue interrogado
ni firmó contrato,
a estar siempre intacto
quedó condenado.

Cuando la rutina
con su faz de ausencia,
haga su presencia
tenaz, paulatina,

irá desplazando
implacablemente
al amor silente
que se irá llorando.

Hasta que ese hogar
gestado en contrato,
producto de un pacto
y sin el verbo amar,

llegará a su final
pues será un tormento
y otro documento
lo disolverá.

Y dirá el corazón
de los convivientes:
El amor se siente
no es obligación.

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Penas y alegrías del amor