Me perdí


Me perdí en el fondo del sublime hechizo
de tus lindos ojos,
y ante el verde inmenso de magia infinita
yo caí de hinojos.
Me perdí en las llamas de tus frescos labios
de rojo candente
que me aprisionaron con fogosos besos
de pasión ardiente.
En luz de tus ojos y ardor de tus labios
me perdí por siempre.

Me perdí en la eterna y prominente angustia
de tus senos tensos
que me prodigaron, al rozar mis labios,
sabores intensos.
Me perdí en las curvas que trazó en tu cuerpo
un escultor celeste,
y en su recorrido buscaron mis manos
su final agreste.
En tus senos tensos y en tus curvas locas
me perdí por siempre.

Me perdí en muy densos laberintos tibios,
sobrenaturales,
al son de gemidos muy altisonantes,
como de animales.
Me perdí en cascadas de caricias fuertes,
de color salvaje,
que nos transportaron en desconocido,
pero hermoso viaje.
En tus laberintos y caricias fuertes
me perdí por siempre.

Me perdí contigo en turbulentas aguas
de un mar insondable,
que formó el contacto de un cuerpo agresivo
y otro penetrable.
Me perdí contigo en prohibidas delicias
de un sexto pecado,
porque era imposible pretender que ya no fuera consumado.
En mar imposible de carnal contacto
me perdí por siempre.

Me perdí en el pubis que oculta con celo
tu profundo hirviente,
que hizo que explotara en húmedos hilos
mi pasión creciente.
Me perdí en las grutas de tus incontables
e hirientes orgasmos,
que al volver la calma siempre nos dejaron
silentes marasmos.
En tu centro hirviente de hirientes orgasmos
me perdí por siempre.

Me perdí extasiado, después del torrente,
en la extraña calma
que nos vuelve al mundo, adormece el cuerpo
y tranquiliza el alma.
Me perdí en el tierno, femenino, ingenuo
y natural contraste
de tu hermoso rostro viviendo la calma
después del desastre.
En tu extraña calma y en tu gran contraste
me perdí por siempre.

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Penas y alegrías del amor