Para sentir

Para sentir en el alma las desconocidas dichas
de la inmensidad del cielo
basta con una caricia suavemente lisonjera
de un rayito de tu pelo.

Para sentir el influjo vivificante y florido
de una inconcebible brisa
basta con el embeleso que produce en el ambiente
tu encantadora sonrisa.

Para sentir los abismos que consumen lo imposible,
más allá de todo exceso,
hay que vivir las locuras de las ignotas tormentas
de tu inalcanzable sexo,
sentirse inmerso en tu universo,
por un segundo vivir tu mundo.

Para sentir los perfumes emanados de las flores
de los jardines del cielo
basta con tener acceso a la dicha indescriptible
de tu más sencillo beso.

Para sentir que se muere de un placer que en grado sumo
paraliza con su impacto,
basta que tu piel prodigue a un privilegiado cuerpo
al más mínimo contacto.


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Penas y alegrías del amor