Nunca lo sabrás


Te estoy queriendo tanto y nunca lo sabrás.
Cual alma inaccesible por siempre te he mirado
sabiendo prohibido tu ser que me ha extasiado
con atracción terrible que a un corazón embiste
y que, aún viéndote ajena, sangrando se resiste
a creer en lo increíble: Que a otro estás atada.

Sumido en mi silencio tendré siempre que amarte
y aún cuando nunca sepas que un corazón partido
en mar del propio llanto se encuentra sumergido
te seguiré adorando envuelto en las tinieblas,
sabiendo que extasiada en otros brazos tiemblas
y yo estaré sufriendo en el fondo de tu olvido.

Mi ser se me desgarra, la vida se me escapa,
no cesa de escaparse e impávida se torna
en agonía incesante, eterna y lacerante,
de llantos infinitos en mares desbordantes
que matan ilusiones y ahogan esperanzas
pero que no han logrado nunca que deje de adorarte.

No importa que no sepas que te amo con locura,
lo sabe mi alma inerme y eso me basta y sobra.
Estará siempre a mi lado el eterno sufrimiento
que ante un amor tan grande a veces se avapora
transformando mis tinieblas en fulgurante aurora.
aunque tú nunca lo sepas por siempre te amaré.

Me dediqué a sufrir


Después de tanto tiempo de haber dejado mi alma
Deshecha en mar de llanto, inerme, estupefacta,
Con la mortal herida que permanece intacta
De tu abandono infame que terminó mi calma,

Regresas a pedirme perdón por lo pasado,
Que borre de un plumazo el tiempo transcurrido,
Que todo el sufrimiento lo entierre en el olvido,
Que reconstruya de la nada mi amor asesinado.

No pasa por tu mente ni en mínimo destello
Lo que debí llorarte, mi pena lacerante,
La indescriptible angustia nacida en el instante
En que tú hiciste ruinas de lo que fue tan bello.

El tiempo que ha pasado desde que me dejaste
Me dediqué a sufrir, me acostumbré a llorarte,
Y aunque a adorarte siempre mi alma condenaste
Mi vida te rechaza, mi fe la destrozaste.

No queda ni un espacio en mí para albergarte,
El vacío que dejaste lo ocupa mi tristeza,
Y aunque mi amor por ti reviva en la grandeza
Lo que hiciste de mi vida me obliga a rechazarte.

Mi corazón ardiente con ansias de adorarte
Abrió a ti una ventana de amor y de esperanza,
Pletórico de dicha, ungido de confianza,
A través de esa ventana por siempre tú escapaste.

Celos

Talvez por quererla tanto
a veces la siento ajena
y me invento un rival silente
que solo existe en mi mente,
enrarece el sentimiento
y el corazón envenena.

La imagino como quiere
mi enfermiza fantasía,
saciando con su ambrosía
alguna pasión ardiente,
absurda e inexistente
cual burda y torpe herejía.

Por mis temores y dudas
me fundo en intensa llama
porque, aunque sé que me ama,
de su querer limpio y tierno
yo creé mi propio infierno
y en él condené mi alma.

Cobardemente atosiga
este absurdo sentimiento,
obnubila el pensamiento,
destruye un amor sincero
que yace en un pebetero
con llamas que aviva el viento.

La imaginación me agobia,
la inseguridad me asecha,
y al causar profunda brecha
arruino el amor que un día
con luces de fantasía
cupido inventó en su flecha.

Lágrimas


Cuando del fondo del alma,
como el más sublime canto,
emerge de pena un llanto
que ahoga y mata la calma,

las lágrimas que humedecen
al corazón torturado
son bálsamo afortunado
de seres que desfallecen.

Si la congoja que angustia
la causa un amor burlado
el llanto así derramado
cobija una vida mustia,

pues no hay llanto más hermoso
que el de un alma traicionada,
son lágrimas matizadas
por un dolor melodioso.

Pero el más triste y más santo,
pues purifica la esencia,
conmueve con su presencia
y es un sagrado llanto;

es el de madre abnegada.
Sus lágrimas santifican
y, aunque nobles, no claudican
ante la pena obcecada.

También hay llanto inocente
que se enjuaga con cariño,
es el llanto de los niños,
son las lágrimas infantes

que humedecen rostros puros
con causa y también sin ella,
son una expresión muy bella
del sufrimiento inmaduro.

Para fortuna del mundo
y del alma sacro manto,
no solo producen llanto
los dolores más profundos,

hay lágrimas que embellecen
cual húmeda melodía,
las del llanto de alegría
que el corazón enternecen

Tu olvido


Inclemente el rayo descendió;
De miedo el horizonte
Tras las nubes cobarde se escondió,
Y la noche acariciante,
Que aunque quiso escapar no lo logró,
Su descarga electrizante,
Con relámpagos de muerte, recibió.

Igualmente tu olvido apareció;
Mi alma trepidante
Tras falsas ilusiones se ocultó,
Y mi amor aún expectante
En su fuga inocente fracasó,
Y abatido, agonizante,
Los embates de ese olvido soportó.

Penas y alegrías del amor