Clasificado de amor

Un clasificado que había publicado,
en mi triste vida te hizo aparecer;
en él se decía que urgentemente se necesitaba
el inmenso cariño de una gran mujer,
para un alma mustia que ansiaba querer.

Pocos requisitos, pero muy estrictos,
en él se exigían para concursar:
corazón inmenso, un alma muy tierna,
gran inteligencia que con la belleza debía armonizar,
y un cuerpo que no fuera a desentonar.

Lindas aspirantes, todas muy prestantes,
y con un currículum para envidiar,
aspiraban a esa bacante ocupar;
a los requisitos, cumplidos con creces,
agregaban algo que hacían resaltar:
su gran experiencia en el arte de amar.

El clasificado no había mencionado
ninguna experiencia en el arte de amar,
y por el contrario: mucho currículum y mucha experiencia
sus hojas de vida iba a perjudicar
y en cero el puntaje les podría quedar.

Hojas de vida se fueron descartando
y una sobrevivió a la eliminación:
nada de experiencia, cero currículum,
llena de ternura y de fascinación,
toda manuscrita con tinta de amor.

Con merecimientos, por aclamación,
sin referencias ni recomendación,
fuiste la elegida de mi corazón.
Y ahora un nuevo aviso voy a publicar,
pero esta vez en la página social
anunciando al mundo mi felicidad.

Tus hermosos quince años


Tus Hermosos Quince Años


Ha pasado el tiempo desde el día escogido
en que alegrara el mundo tu infantil sonrisa,
y tu mirada tierna, cual sublime brisa,
convirtiera todo en jardín florido.

Desde entondes olas de celeste encanto
en mar de inocencia te fueron llevando,
para que hoy llegaras al gentil remanso
y sagrado puerto de tus quince años.

La infantil sonrisa y la tierna mirada
en quienes te amamos seguirán reinando,
aunque altivamente te estés transportando
de inocente niña a mujer soñada.

Son tus quince años, que hoy Dios te bendice,
el umbral que lleva a una vida intensa,
que augura triunfos con bondad inmensa
y muchos, muchos años, todos muy felices.




Casi Perfecto

Casi perfecto


Una desilusión marcó mi corazón
y me hizo prometer no amar nunca jamás,
mas llegaste tú cual hermosa visión
que la herida borró y la promesa mató.

Me fue imposible no enamorarme
con tu forma de inspirar amor,
por tus nobles y dignos encantos
de cuerpo, de alma y de gran corazón.

Tu belleza de Diosa en su gloria
enmarcó una muy hermosa historia,
una historia sagrada,
una historia de amor.

Y la ingenua belleza de tu alma
trazada con el pincel de Dios,
le da un tinte sacro al gran cariño
que por siempre nos mantendrá unidos
y que está a las puertas de la perfección.

Tiempo Perdido

Qué rumbo tomaste aún sin querer,
qué meta fijaste que nunca verás,
llegando sin alma pues ya para qué,
notaste lo tarde aún sin terminar.

Quisiste de nuevo volver a empezar
y el tiempo te dijo: apúrate pues;
él quiso cobrarte el pasado en blanco
y debiste en un año hacer lo de tres.

Pero esos tres años se proyectarán
y no más que uno adelante irá,
pues los otros dos se regresarán
a llenar con creces lo que en blanco está.

Busca en tu prisa un momento no más
que al paso que marchas se reducirá,
y ya de momentos no podrás ni hablar
porque para ellos ya tiempo no habrá.

De todas maneras en esto ni pienses,
actúa tan solo sin mirar atrás,
¿no ves que si paras para meditar
lo antes calculado se duplicrá?

Así como estaba detenido el tiempo,
así incontenible se echará a rodar;
tu ritmo de vida tendrás que acoplar
o si no tu cuerpo no te alcanzará.

Soledad a Su Lado


Qué triste es llegar a casa
a vivir la soledad,
porque aunque ella allí se encuentre
ya para mí no estará.

No hay un beso de saludo
ni una frase de amistad,
mi corazón ya no pudo
a su amor reconquistar.

Dejaré de estar soñando
y volveré a la realidad,
su corazón de adorarme
talvez se ha cansado ya,

y si sige aún a mi lado
pues sus razones tendrá,
quizás busque una apariencia
para conservar su hogar.

Aunque ella esté aún a mi lado
no lo está su corazón,
seguro que ha terminado
ese que fue un gran amor.

¿Qué gano con adorarla?
sacrificar corazón,
porque sé que para amarse
aún se necesitan dos.

Todo esto me está pasando
por tener gran corazón,
por quererla con el alma,
por brindarle tanto amor.

Buscaré otros horizontes
aunque tenga que sufrir,
si quiero tener el tiempo
de volver a ser feliz.

Contaminación


Se pregunta el ave con color de nido:
cómo fue posible que el ambiente ya
fue contaminado con olor podrido,
con aromas raros, con maligno gas.

Y la pobre ave, de su lecho santo,
no conserva ahora casi ni el calor,
pues las hojas frescas que abrigaban tanto,
que encontró a la vuelta, las mató el smog.

El camino tibio de la tarde hermosa
enmarcado en pinos de picante olor,
fue arrasado todo por la sierra odiosa
de los taladores sin temor de Dios,

que pensando solo en el mejor provecho
van dajando pueblos sin respiración,
van actuando siempre cual fiera al acecho,
fomentando males como la erosión.

Aguas, tierras y aires, con sus moradores,
hermosas especies del pincel de Dios,
miran temerosos a depredadores
que siempre acechando están sin compasión,

como si quisieran acabar de un golpe
con la hermosa obra del Gran Creador,
y asesinan siempre con malicia torpe,
ya con dinamita, con bala y arpón.

Aquellos pueblitos para enamorados
que antaño albergaron amores sin fin,
hoy son centros grandes e industrializados
de ambiente viciado, deshechos y orín.

Y al paso que vamos no se va a evitar
que pasando el tiempo no habrá solución,
y una alternativa nos irá a acabar:
guerra nuclear o contaminación.

La Recaída



Cuando yo te pretendía se hacían malos comentarios:
que en tus redes traicioneras y tus manipulaciones,
habías perdido a varios.
Pensé muy ingenuamente que por un derrier de reina,
piernas espectaculares y senos monumentales,
perderse valía la pena.
Por ir detrás de la dicha de tus encantos carnales
yo me enamoré de ti y así empezaron mis males,
porque al darte yo mi vida y tú a mí todo entregarme
me creí dueño de ti, pero tú me abandonaste.
Yo me encontraba ya hundido en tus redes hasta el cuello
porque te adoraba tanto, pero también por aquello,
y otra vez volví a buscarte.
Volviste a manipualrme y cediste ante mis ruegos,
mas no porque me quisieras sino por seguir el juego,
y otra vez me abandonaste.
Los dos errores más graves así cometí en mi vida:
primero caer contigo, segundo la recaída;
y hay errores en la vida que se han de pagar con creces,
y que jamás se perdonan si se cometen dos veces.

Mis dudas

Mis Dudas


Una noche de quimeras,
de ilusiones pasajeras y de vagas utopías,
navegando en lejanías cubiertas de oscuridades
dudaba de mis verdades.

Dudé si existió realmente
la noche resplandeciente de magia y ensoñación,
en que con gran devoción y hundido en el embeleso
probé tu imposible beso.

Dudé si me amaste tanto
con amor que causa espanto por posesivo y voraz,
y que fue tan pertinaz en medio de su ternura,
que nos unió con locura.

Dudé si existieron flores
que te envié de mil colores para poderte probar,
que es imposible encontrar en esta naturaleza
ninguna de tu belleza.

Dudé de aquella canción
nacida del corazón y que inspiraste en su ensencia,
pues solo con tu presencia armónica y celestial
la música es manantial.

Dudé de aquellas misivas
escritas en letras vivas con la tinta del amor,
que aliviaban el dolor cuando aquella eterna ausencia
me privó de tu presencia.

Dudé que me abandonaste
y que de paso destrozaste la más hermosa ilusión,
que se forjó un corazón que te adora intensamente
y te adorará por siempre.

Y esa noche de quimeras,
de ilusiones pasajeras y de vagas utopías,
dudé que no volverías, por eso no sé hasta cuándo
siempre te estaré esperando.

Derechos y Merecimientos

Derechos y Merecimientos


No voy a desearte
que algún día tú sufras lo que a mí me has hecho,
no hay ningún derecho
a que te destruyan como tú me hiciste
con tan gran desastre, voy a perdonarte.

Yo tengo por cierto
que el amor un día tiene que acabarse.
Tú tenías derecho
a que se terminara, para mi desgracia,
solo de tu parte. Nunca podré odiarte.

Ahora voy a dedicarme
a llevar la vida en medio de las ruinas
que tú me dejaste,
y a hacer un buen uso de ese gran derecho
que ni tú misma nunca podrás negarme,
y es que en medio de mis grandes penas
y mis grandes llantos, voy a recordarte,
mientras que tú, al lado de otro gran cariño,
vivirás la vida que siempre buscaste
y que mereciste.

Y es que tú, cuado me quisiste,
una dicha inmensa que no duró mucho
con amor me diste.
Y era tu derecho retirarte a tiempo
ya que no tenías por qué sacrificarte.
Y ahora en medio de tu nueva vida
de felicidades, irás a olvidarme,
mientras que yo, en medio de todos mis males,
tengo la desgracia que tú me dejaste,
que no merecía.

Piel de olvido


De un tiempo hacia acá
tu piel manifiesta
un cambio rotundo en su actitud,
ya no es como fue
la eterna caricia
que amorosamente cubría mi ser.

No tienes que hablar,
pues mi alma percibe
esa indiferencia que marca el final
de un amor que ayer,
inocentemente,
me mostró el camino de la eternidad.

No me duele mi dolor, es lo de menos,
me duele tu piel que está olvidando
haber sido siempre de mi alma el templo sacro
en el que un solo cuerpo conformamos.

Tu piel últimamente está adquiriendo
el tono más triste e inhumano
de un olvido que hoy me está matando
al tiempo que tu amor ya se está muriendo.

¿Te acuerdas de ayer?
bastó una mirada para descubrir
nuestro inmenso querer,
lo sabes muy bien:
el amor sincero no hay que confesar,
lo traspira la piel.

¡Qué tristeza hoy!
ya no es necesario
ni que tú me digas que ya no hay amor,
porque ahora tu piel está traspirando,
aunque tú lo ocultes,
un gran desamor.

Virus de amor



Si yo pudiera mezclarme todo
en las entretelas de tus marañas,
si yo pudiera involucrarme
en los pecados de tus artimañas,
y padeciera las convulsiones
de tus pasiones cuando te ensañas,
te prometo que llegaría
hasta la cúspide de tus senos
y a lo profundo de tus entrañas,
buscando el virus que da los dones
para amar con raras emociones,
y contagiarme de amor demente,
enfermarme irremediablemente
para adorarte hasta la muerte.

Si yo pudiera quemar mi cuerpo
con esas llamas que entre ti arden,
si yo pudiera contaminarme
con todas las fiebres de tu carne
y me sumiera convaleciente
en tus morbosas intimidades,
yo te prometo que en cuarentena
las virulencias de tus pasiones
compartiríamos en humedades,
para ser portador deseable
del virus de tu amor incurable,
y contagiado muy febrilmente
enfermaría irremediablemente
para adorarte hasta la muerte.

Me perdí


Me perdí


Me perdí en el fondo del sublime hechizo
de tus lindos ojos,
y ante el verde inmenso de magia infinita
yo caí de hinojos.
Me perdí en las llamas de tus frescos labios
de rojo candente
que me aprisionaron con fogosos besos
de pasión ardiente.
En luz de tus ojos y ardor de tus labios
me perdí por siempre.

Me perdí en la eterna y prominente angustia
de tus senos tensos
que me prodigaron, al rozar mis labios,
sabores intensos.
Me perdí en las curvas que trazó en tu cuerpo
un escultor celeste,
y en su recorrido buscaron mis manos
su final agreste.
En tus senos tensos y en tus curvas locas
me perdí por siempre.

Me perdí en muy densos laberintos tibios,
sobrenaturales,
al son de gemidos muy altisonantes,
como de animales.
Me perdí en cascadas de caricias fuertes,
de color salvaje,
que nos transportaron en desconocido,
pero hermoso viaje.
En tus laberintos y caricias fuertes
me perdí por siempre.

Me perdí contigo en turbulentas aguas
de un mar insondable,
que formó el contacto de un cuerpo agresivo
y otro penetrable.
Me perdí contigo en prohibidas delicias
de un sexto pecado,
porque era imposible pretender que ya no fuera consumado.
En mar imposible de carnal contacto
me perdí por siempre.

Me perdí en el pubis que oculta con celo
tu profundo hirviente,
que hizo que explotara en húmedos hilos
mi pasión creciente.
Me perdí en las grutas de tus incontables
e hirientes orgasmos,
que al volver la calma siempre nos dejaron
silentes marasmos.
En tu centro hirviente de hirientes orgasmos
me perdí por siempre.

Me perdí extasiado, después del torrente,
en la extraña calma
que nos vuelve al mundo, adormece el cuerpo
y tranquiliza el alma.
Me perdí en el tierno, femenino, ingenuo
y natural contraste
de tu hermoso rostro viviendo la calma
después del desastre.
En tu extraña calma y en tu gran contraste
me perdí por siempre.

Penas y alegrías del amor